Carmela Troncoso lleva años hablando de los riesgos de ceder nuestra privacidad a gigantes como Google, Facebook o Apple, auditando las aplicaciones de terceros y denunciando los atropellos que se producen en nombre del progreso.
Estudió Ingeniería de Telecomunicación en la Universidade de Vigo, después hizo un Erasmus en París y el doctorado en KU Leuven (Bélgica). Es profesora en la Escuela Politécnica Federal de Lausanne (EPFL) de Suiza, donde lidera el SPRING Lab. Antes de llegar a la EPFL trabajó en el Instituto de Software IMDEA en España; fue responsable técnica de seguridad y privacidad en el Centro Tecnológico de Telecomunicaciones Gradiant; e investigadora postdoctoral en el Grupo COSIC.
En Spring Lab analizan cómo utilizamos la tecnología, y cómo la tecnología nos utiliza a nosotros. Estudian cómo mitigar el impacto de la tecnología en la sociedad y conciencia sobre la importancia de la privacidad en el entorno digital. Su investigación se centra en la construcción de sistemas seguros y que preserven la privacidad, desarrollando, para ello, herramientas y metodologías que ayuden a los ingenieros a incorporar fuertes garantías de seguridad y privacidad en sus diseños, así como técnicas que les ayuden a cuantificar sistemáticamente la información que un adversario puede inferir de los datos a los que puede tener acceso.
Radar Covid, y otros softwares de rastreo europeos, se basan en el protocolo DP-3T (Descentralized Privacy Preserve Proximity Tracing) desarrollado por el equipo que lidera Carmela. El DP-3T es un protocolo de código abierto respetuoso con el usuario. Los datos de los usuarios no se pueden ver, ya que estos nunca se cargan en un servidor central. En las aplicaciones que utilizan este protocolo los registros de contactos nunca se transmiten a terceros, y por lo tanto, la aplicación no puede usarse como atajo para otros fines.
Suyo fue, también, el protocolo que usaron los periodistas en los Papeles de Panamá, un caso de filtración de documentos confidenciales. El equipo de SPRING Lab fue el encargado de crear una infraestructura que garantizara el anonimato de los 400 periodistas que tuvieron acceso a los papeles.
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